Hoy, más que un programa de gobierno para salir del agujero negro en el que hemos entrado, necesitamos un plan de viabilidad.
Hace años que algunos hemos venido defendiendo un gran pacto de estado para abordar las necesarias reformas políticas y económicas que necesita España, y lo hemos hecho precisamente para que este país no llegara a la situación crítica en la que hoy nos encontramos.
Pero ni siquiera cinco millones y medio de parados, una banca intervenida que no inyecta crédito en la economía productiva, una deuda pública que solo en intereses supera la partida presupuestaria de nóminas de funcionarios o un país lastrado de duplicidades administrativas y políticas parecen motivos suficientes para que gobierno y oposición hagan una excepción y lideren un gran acuerdo al servicio de los españoles.
El presidente Rajoy, le guste o no, debe convocar con carácter de urgencia a todas las fuerzas políticas para firmar un gran pacto de estado. Y a la mesa del pacto, además de gobierno, partidos de la oposición, sindicatos y patronal debería invitar también a los presidentes autonómicos y representantes de los municipios españoles, porque en un estado con 17 autonomías y casi 9000 ayuntamientos todos los que han sido parte del problema deben comprometerse a ser parte de la solución.
Y es necesario plantear ese pacto porque España hoy, más que un programa de gobierno para salir del agujero negro en el que hemos entrado, necesitamos un plan de viabilidad a diez años vista, que tenga el compromiso de los principales representantes políticos que gobiernan hoy o que puedan gobernar durante la próxima década. Necesitamos una estrategia y un calendario de reformas estructurales que aporte credibilidad, estabilidad, transparencia y expectativas de futuro a la sociedad española, a nuestros socios europeos y nuestros acreedores.
Y solo con un compromiso firme de los principales representantes de la ciudadanía podremos tener mayor fuerza de negociación y buscar aliados en el seno de la Unión Europea para convencer a los que hoy mandan en el Banco Central Europeo y en esta UE- sin presidente ejecutivo, sin gobierno elegido por los ciudadanos europeos y sin verdadero poder legislativo-, que la fórmula de Grecia aplicada a España puede llevarnos a la ruina y acabar hundiendo definitivamente el Euro. Nuestro gobierno, amparado por ese gran pacto debería hacer entender a Angela Merkel que en plena recesión subir impuestos a las clases medias y empresas y bajar salarios solo traerá menos actividad económica, más paro, menos recaudación y más recesión a nuestro país.
En una situación de grave crisis económica, de desconfianza en los políticos y en los agentes sociales, con un país a punto de ser intervenido y con casi dos millones de familias sin un solo ingreso en casa, la fórmula autista que practica Rajoy no sirve precisamente para recuperar la confianza. Huir de los medios, no explicar como presidente las principales medidas que está tomando contrarias a su programa electoral, o seguir pactando con los nacionalistas de CIU- hoy ya separatistas declarados- como si todo siguiera igual no ayuda a confiar en el futuro. Estoy convencido de que no debe ser sencillo plantearse un pacto con una oposición irresponsable que a la primera de cambio se pone detrás de la pancarta después de dejar un país arruinado, y con los principales agentes sociales que solo piensan en su interés de clase o en su modus vivendi. Pero ante situaciones excepcionales necesitamos soluciones excepcionales. Quizás lo que ha conseguido la partitocracia es que no tengamos dirigentes excepcionales.
Albert Rivera, Presidente de Ciudadanos (C´s)