El respeto a la diversidad es un elemento básico en democracia. Todos somos ciudadanos y todos hemos de poder ejercer nuestros derechos en libertad. Nadie tiene derecho a acosar a los demás por razón de nacimiento, raza, género, orientación sexual, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Desgraciadamente, hay muchas personas que se ven a sí mismas como tolerantes y demócratas pero que son incapaces de respetar al que piensa diferente. En Cs llevamos muchos años acostumbrados al insulto, acoso, deshumanización, amenaza y violencia del nacionalismo excluyente que, por desgracia, es moneda común en Catalunya desde hace demasiado tiempo.
Lejos de mejorar la situación, se están trasladando al resto de España estos modos excluyentes de hacer política. Lo más preocupante es que no son prácticas de minorías extremistas sino que forman parte del modo de entender la política del mismísimo Gobierno de España. La discrepancia política no justifica, por ejemplo, que el ministro de Interior afirme, justo antes de un acto inclusivo y multitudinario como la marcha del Orgullo, que la política de pactos de los partidos de la oposición “ha de tener una consecuencia en un sentido o en otro”. El máximo responsable de la seguridad ciudadana no puede hacer declaraciones que alientan la violencia política.
Es imprescindible poner en valor el respeto al que piensa diferente algo que el ministro Marlaska parece haber olvidado.
Artículo de opinión de Miguel García, portavoz de Cs l’Hospitalet, publicado en el Diari de L’Hospitalet